A partir de las primeras reflexiones de la filosofía
griega en torno a la ética, se trataba de establecer que todas las actividades
humanas persiguen algún tipo de bien, que hay una jerarquía de bienes y que
estos deben estar subordinados unos a otros. El bien debe además ser algo
final, en el sentido de teleológico y autosuficiente, es decir se busca no en
vista de otros bienes sino por si mismo.
Si aplicamos estas concepciones al conocimiento en
general, y en particular al conocimiento científico, la ciencia seria un fin en
si mismo, el conocimiento se daría como resultado de un deseo por conocer que
esta inscrito en la naturaleza del hombre. Esta idea de ciencia, si bien
presenta una búsqueda profunda de las motivaciones por las cuales el hombre
hace ciencia, nos parece inconsciente o por lo menos ilusoria en un mundo donde
son evidentes las relaciones entre: poder, riqueza y conocimiento. Así como
podemos tener ciencia con una gran libertad de fines, no podemos desconocer que
en la mayoría de los casos los recursos son invertidos en donde el mercado
promete mucho dinero, en función de necesidades creadas al consumidor.
Siguiendo la línea de la bioética, no la ciencia mas
el ser humano es quien no puede ser nunca tomado como medio, mas como un fin en
sí mismo. La ciencia, como toda actividad humana no es simplemente una
actividad ingenua sino que presupone una posición en el mundo y un punto de
vista determinado por la sociedad, y debe estar orientada al bienestar de la
persona. Es tarea del científico ser consciente del lugar desde el cual él hace
investigación. Néstor Fajardo (Aluno)
Créditos da foto: http://tomakeaprairie.files.wordpress.com/2012/01/tying-means-to-ends_revised.jpg?w=584&h=387
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